Cuentos Que No Son Cuentos

Cuento de Caperucita roja


Erase una vez una niña que era muy querida por su tía, a la que visitaba con frecuencia aunque vivía al otro lado de la ciudad. Su madre que estaba trabajando en una empresa que le pagaban muy bien le había comprado una bonita caperuza roja y un celular que la niña nunca los dejaba, por lo que todos la llamaban Caperucita roja.
Una tarde la madre la mandó a casa de la tía que se encontraba muy enferma, para que le llevara unos pasteles recién comprados y, una cesta de pan y mantequilla.
– “Caperucita anda a ver cómo sigue tu tía y llévale esta cesta que le había comprado”, –le dijo. Además le advirtió: –“No te apartes del camino ni hables con extraños, que puede ser peligroso”.
Caperucita que siempre era obediente asintió y le contestó a su mamá: – “No te preocupes que  iré en uber”. Tomó la cesta, se despidió cariñosamente y emprendió el camino hacia casa de su tía, cantando y escuchando música en el uber.
No había llegado demasiado lejos cuando se encontró con un ladrón que le preguntó: – “Caperucita, caperucita ¿a dónde vas con tantas prisas?”
Caperucita lo miró y pensó en lo que le había pedido su mamá antes de salir, pero como no sintió temor alguno le contestó sin recelo. – “A casa de mi tía, que está muy enfermita”.
A lo que el ladrón replicó: – “¿Y dónde vive tu tía?”.
– “Más allá de donde termina la ciudad, en un claro rodeado de casa”. – Respondió Caperucita sin sospechar que ya el ladrón se deleitaba pensando en lo bien que sabría.
El ladrón que ya había decidido secuestrarla a Caperucita, pensó que era mejor si primero secuestraba a la tía como rehén. – “No debe estar tan linda y joven, pero igual servirá”, – se dijo mientras ideaba un plan de secuestro.
Mientras acompañaba a esta por la carretera, astuta mente le sugirió: – “¿Sabes qué haría realmente feliz a tu tía? Si les llevas alguna antena de direc tv.
Caperucita también pensó que era una buena idea, pero recordó nuevamente las palabras de su mamá. – “Es que mi mamá me dijo que no me apartara de la carretera si no el uber cobraría mas”. A lo que el ladrón le contestó: – “¿Ves ese carretera destapada que está a lo lejos? Es un atajo con el que llegarás más rápido a casa de tu tía”.
Sin imaginar que el ladrón la había engañado, esta aceptó y se despidió de él. El ladrón sin perder tiempo alguno se dirigió a la casa de la tía, a la que engañó haciéndole creer que era su sobrina Caperucita. Luego de secuestrar a la tía se puso su gorro, su camisón y se metió en la cama a esperar a que llegase el plato principal de su secuestro.
A los pocos minutos llegó Caperucita roja, quien alegremente llamó a la puerta y al ver que nadie respondía entró. La niña se acercó lentamente a la cama, donde se encontraba tumbada su tia con un aspecto irreconocible.
– “tía que ojos más pequeños tienes”, – dijo con extrañeza.
– “Son para apreciarte mejor mejor”, – dijo el ladrón imitando con mucho esfuerzo la voz de la tía.
– “tía, pero que orejas tan pequeñas tienes” – dijo Caperucita aún sin entender por qué su a
tía lucía tan cambiada.
– “Son para oírte mejor”, – volvió a decir el ladrón.
– “Y que  tan grande tienes”.
– “Para comerme  mejooooooooor esos panecillos”, – chilló el ladrón que diciendo esto se abalanzó sobre Caperucita, a quien secuestro , igual que había hecho antes con la tía.
En el momento en que esto sucedía pasaba un  policía cerca de allí, que oyó lo que parecía ser el grito de una niña pequeña. Le tomó algunos minutos llegar hasta la casa, en la que para su sorpresa encontró al ladrón durmiendo una siesta, con la panza enorme de lo harto que estaba.
El policía dudó si disparar al malvado ladrón con su M4AI, pero luego pensó que era mejor usar su bolillo y pegarle en su panza, para ver a quién se había comido el bribón. Y así fue como con tan solo dos golpes logró recuperar a caperusita y a su tía del secuestro, quienes aún estaban vivas en el interior de la casa.
Entre todos decidieron darle un escarmiento al ladrón, por lo que le llenaron a un reformatorio hasta que cumplió la mayoría de edad. Al salir del reformatorio este sintió una libertad y lo que pensó que había sido una mala decicion.
Caperucita roja aprendió la lección y pidió perdón a su madre por desobedecerla.


El patito feo


Al igual que todos los años, en los meses de verano, la Señora Patty se dedicaba a criar. El resto de las patas del corral siempre esperaban con muchos deseos que los patitos rompiesen el cascarón para poder verlos, pues los patitos de esta distinguida patty siempre eran los más bellos de todos los alrededores.

El momento tan esperado llegó, lo que causó un gran alboroto ya que todas las amigas de mamá patty  llamaro para saber el tan esperado acontecimiento. A medida que iban saliendo del cascarón, tanto la Señora Patty como sus amigas gritaban de la emoción de ver a unos patitos tan bellos como esos. Era tanta la algarabía que había alrededor del nido que nadie se había percatado que aún faltaba un huevo por romperse.

El séptimo era el más grande de todos y aún permanecía intacto lo que puso a la expectativa a todos los presentes. Un rato más tarde se empezó a ver como el cascarón se abría poco a poco, y de repente salió un pato muy alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron perplejos porque este era mucho más grande y larguirucho que el resto de los otros patitos, y lo que más impresionó era lo feo que era.

Esto nunca le había ocurrido a la Señora Pata, quien para evitar las burlas de sus amigas lo apartaba con su ala y solo se dedicaba a velar por el resto de sus hermanitos. Tanto fue el rechazo que sufrió el patito feo que él comenzó a notar que nadie lo quería en ese lugar.

Toda esta situación hizo que el patito se sintiera muy triste y rechazado por todos los integrantes del coral e incluso su propia madre y hermanos eran indiferentes con él. Él pensaba que quizás su problema solo requería tiempo, pero no era así pues a medida que pasaban los días era más largo, grande y mucho más feo. Además se iba convirtiendo en un patito muy torpe por lo que era el centro de burlas de todos.

Un día se cansó de toda esta situación y huyó de la granja por un agujero que se encontraba en la cerca que rodeaba a la propiedad. Comenzó un largo camino solo con el propósito de encontrar amigos a los que su aspecto físico no les interesara y que lo quisieran por sus valores y características.

Después de un largo caminar llegó a otra granja, donde una anciana lo recogió en la entrada. En ese instante el patito pensó que ya sus problemas se habían solucionado, lo que él no se imaginaba que en ese lugar sería peor. La anciana era una mujer muy mala y el único motivo que tuvo para recogerlo de la entrada era usarlo como plato principal en una cena que preparaba. Cuando el patito feo vio eso salió corriendo sin mirar atrás.

Pasaba el tiempo y el pobrecillo continuaba en busca de un hogar. Fueron muchas las dificultades que tuvo que pasar ya que el invierno llegó y tuvo que aprender a buscar comida en la nieve y a refugiarse por sí mismo, pero estas no fueron las únicas pues tuvo que esquivar muchos disparos provenientes de las armas de los cazadores.

Siguió pasando el tiempo, hasta que por fin llegó la primavera y fue en esta bella etapa donde el patito feo encontró por fin la felicidad. Un día mientras pasaba junto a estanque diviso que dentro de él había unas aves muy hermosas, eran cisnes. Estas tenían clase, eran esbeltas, elegantes y se desplazaban por el estanque con tanta frescura y distinción que el pobre animalito se sintió muy abochornado por lo torpe y descuidado que era él.

A pesar de las diferencias que él había notado, se llenó de valor y se dirigió hacia ellos preguntándole muy educadamente que si él podía bañarse junto a ellos. Los cisnes con mucha amabilidad le respondieron todos juntos:

– ¡Claro que puedes, como uno de los nuestros no va a poder disfrutar de este maravilloso estanque!

El patito asombrado por la respuesta y apenado les dijo:

– ¡No se rían de mí! Como me van a comparar con ustedes que están llenos de belleza y elegancia cuando yo soy feo y torpe. No sean crueles burlándose de ese modo.

– No nos estamos riendo de ti, mírate en el estanque y veras como tu reflejo demostrara cuan real es lo que decimos.- le dijeron los cisnes al pobre patito.

Después de escuchar a las hermosas aves el patito se acercó al estanque y se quedó tan asombrado que ni el mismo lo pudo creer, ya no era feo. ¡Se había transformado en un hermoso cisne durante todo ese tiempo que pasó en busca de amigos! Ya había dejado de ser aquel patito feo que un día huyó de su granja para convertirse en el más bello y elegante de todos los cisnes que nadaban en aquel estanque.



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